
El estero Salado, antaño símbolo de vida en Guayaquil, atraviesa una crisis ambiental por su alta carga de contaminación. Frente a esto, el biólogo Joffre Lupera propone un ambicioso proyecto: un acuario viviente en un brazo del estero, cerca de la Universidad de Guayaquil.
Este espacio permitiría reintroducir especies como jaibas, mejillones y camarones, además de reforestar con los cuatro tipos de mangle ecuatoriano. El proyecto también tendría un enfoque educativo, convirtiéndose en un laboratorio vivo para sensibilizar a la ciudadanía sobre el valor del ecosistema.
Sin embargo, el Ph. D. Franklin Ormaza, oceanógrafo e investigador de la ESPOL, señala que el sitio propuesto no es viable debido a los altos niveles de metales pesados y bacterias fecales. Enfatiza que el estero presenta evidencias de contaminación alarmante según un estudio realizado entre 2016 y 2022, en colaboración con la Universidad de Southampton, publicado en Science Direct. Ormaza recalca que el dragado no puede realizarse sin estudios químicos y microbiológicos de profundidad, ya que "probablemente haya más concentración en la profundidad". Además, considera que el tiempo estimado de implementación (2 a 3 años) es muy corto sin una base técnica sólida.
Para él, una zona más adecuada sería El Morro, donde la fauna está conservada, el agua es menos contaminada y no se requeriría introducir especies, lo que haría el proceso más efectivo.
La propuesta de Lupera es visionaria, pero para que sea viable necesita más que buena voluntad: debe sustentarse en ciencia aplicada, planificación a largo plazo y una participación ciudadana activa.
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